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Regalar Ternura


Hoy me desperté pensando en la magia que tiene la Ternura, que es algo que en Papá Sol siempre está muy presente… ¡¿Alguna vez te preguntaste que es la ternura?!



El diccionario la define así:

Nombre femenino. Sentimiento ante las personas, cosas o situaciones que se consideran merecedoras de un amor o un cariño puro y gratuito, por su dulzura, debilidad o delicadeza.





Creo que es mucho más que esto y explicarla no es una tarea sencilla. Como la poesía, la ternura no se define, se reconoce, se siente.


Hablar de ella significa hablar de amor, del paso del tiempo, de filosofía. Y también de humanidad, de curiosidad hacia el otro, de aquella ligereza profunda que nos permite captar, entre líneas, el sentido más fecundo y creativo de nuestra finitud, de nuestra fragilidad.

En el ámbito de lo público, la delicadeza de la ternura es transformadora. Desafía a predadores y a prepotentes, plantea preguntas incomodas y proporciona nuevas instrucciones. Las pequeñas luces que enciende en la oscuridad anuncian una revolución alegre y constructiva, política y existencial.



Apoyándose en una gran variedad de fuentes clásicas y modernas, desde DeLillo al Papa Francisco, pasando por Platón, Szymborska, Max Weber, Foster Wallace, Recalcati o Žižek, la autora, filósofa y teóloga hasta la fecha inédita en castellano, nos invita a reflexionar sobre un sentimiento que muchas veces se confunde con la sensiblería y que, como ella sostiene, «es la única vía de humanización para el tiempo presente y futuro».




Y ¿Qué entendemos por ternura?


Si algún elemento da belleza y sentido a la vida, ese es, sin duda, la ternura. La ternura es la expresión más serena, bella y firme del amor. Es el respeto, el reconocimiento y el cariño expresado en la caricia, en el detalle sutil, en el regalo inesperado, en la mirada cómplice o en el abrazo entregado y sincero. Gracias a la ternura, las relaciones afectivas crean las raíces del vínculo, del respeto, de la consideración y del verdadero amor. Sin ternura es difícil que prospere la relación de pareja. Pero además es gracias a la ternura que nuestros hijos reciben también un sostén emocional fundamental para su desarrollo como futuras personas


Parece ser que los recuerdos que más nos acompañan en los últimos momentos instantes de nuestra vida no tienen que ver con momentos de triunfo o de éxito, sino con experiencias donde lo que acontece es un encuentro profundo con un ser amado, un momento de intimidad cargado de significado: palabras de gratitud, caricias, miradas, un adiós, un reencuentro, un gracias, un perdón, un te quiero. Son esos instantes los que al parecer quedan grabados en la memoria gracias a la luz de la ternura que revela la excelencia del ser humano a través del cuidado y el afecto.


Los secretos de la ternura

Es paradójico, la ternura no es blanda, sino fuerte, firme y audaz, porque se muestra sin barreras, sin miedo. Es más, no sólo la ternura puede leerse como un acto de coraje, sino también de voluntad de mantener y reforzar el vínculo de una relación. La ternura hace fuerte el amor y enciende la chispa de la alegría en la adversidad. Gracias a ella, toda relación deviene más profunda y duradera porque su expresión no es más que un síntoma del deseo de que el otro esté bien. La ternura encuentra también un espacio para desarrollar su extraordinario valor en los momentos difíciles.



Expresar el afecto, saber escuchar, comprender, acariciar, cultivar el detalle, acompañar, estar física y anímicamente en el momento adecuado…, son actos de entrega cargados de significado. Y es que en el amor no hay nada pequeño.


Esperar las grandes ocasiones para expresar la ternura nos lleva a perder las mejores oportunidades que nos brinda lo cotidiano para hacer saber al ser amado cuán importante es para nosotros su existencia, su presencia, su compañía. Nadie puede vivir sin ella porque la vida sería muy difícil si faltara.


Una palabra que va directa al corazón, pues evoca los momentos en los que nos encontramos maravillosamente bien, distendidos, confiados y gozosos de amar y ser amados…Una palabra que sintetiza afecto, calor, dulzura y consuelo. Es la ternura de los padres para con los hijos, de la esposa respecto a su esposo, de los hermanos y hermanas, de los amigos…



Una palabra de la que se tiene a veces miedo, pues no se conoce cuál será la reacción del otro. Hay gente tan especial que se mofa de quien posee este don magnífico de la ternura, pero le llaman sentimental y romántico con sentido despreciativo.


La ternura es un valor tan necesario en nuestra vida como el aire o el alimento. Se alimenta de cosas pequeñas que brotan del corazón: una mirada, una mano, una sonrisa, un gesto, una palabra, un estímulo, un aliento…



Es una emoción muy sutil, una mirada de asombro, un movimiento cálido, unido a un conjunto de sentidos, que nace en lo más profundo de nuestro ser. Es como un movimiento que nos arrastra hacia un camino repleto de sensaciones y sentimientos en los que se entremezclan la benevolencia, la aceptación, la calidez y el abandono, pero también la confianza, el estímulo, el asombro y los nuevos descubrimientos. Para seguir este camino, lo único que hay que hacer es abandonar nuestros miedos, dejar atrás los prejuicios y enfrentarnos a todo cuanto pueda depararnos.


La ternura es el nacimiento hacia uno mismo, un nacimiento que nos permite penetrar en el maravilloso vientre de la existencia humana.


Definitivamente se nos dice que la ternura es el arte de “sentir” a la persona, al ser humano en su totalidad.



¡NO DESCUIDEMOS CULTIVARLA, COMPARTIRLA Y DISFRUTAR DE SU MAGIA!



Nota escrita por Daniela Zanabria, creadora de Papá Sol. Instagram: @papasol807

Facebook: Papá Sol





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